No rechaces al Señor Jesús que llama a tu puerta, pues lo hace con esa mano que fue clavada al madero por los que son como tu. Siendo su único objeto tu bien, acércate e inclina tu oído. Escucha atentamente dejando que su voz penetre tu alma. Bien puede ser que ha llegado la hora que inicies esa vida nueva que es el principio.