Cuando Leonardo da Vinci tenía 22-23 años, su maestro Verrocchio le encargó pintar uno de los dos ángeles del “El Bautismo de Cristo” (el de la izquierda lo había pintado él mismo)Al ver el ángel terminado de Leonardo, Verrocchio resultó tan abrumado por la superioridad de su pupilo, que ese mismo día renunció para siempre a la pintura.