Cada cosa que hacemos, decimos, pensamos, si no van impregnadas de inteligencia emotiva, si no van impregnadas de la cualidad empática, nos llevarán a la destrucción. El alma se expresa en aquella respiración que hacemos entre un hecho que nos ocurre y la acción siguiente. Estamos cerrando un gran ciclo de una tremenda purificación emocional. Sólo queda lo que tiene un valor vital fundamental, el resto se deshace sin esfuerzo porque ha perdido forma y consistencia.