“La música le decía algo que los demás no podían comprender. Probablemente las melodías no le hablasen al intelecto. La disciplina en la que vivía, la que él mismo había elegido voluntariamente, esa disciplina desaparecía en tales momentos, y su cuerpo tenso y crispado se relajaba” (“El último encuentro” – Sándor Márai)